Drogas
en RCP extrahostipatalaria
Benito
Martínez
Este es un capítulo que puede ser muy breve o muy largo,
dependiendo de lo que se entienda por drogas necesarias en RCP; la
indefinición es aún mayor en primaria por la falta de un auténtico
cuerpo doctrinal. Los manuales al uso suelen hacer una relación a
mi criterio demasiado larga debido a que se estudian fármacos que
pueden ser útiles en la periparada, aunque no lo sean en la
parada en sí; es el caso por ejemplo de la adenosina, la digoxina
o los fármacos de la cardiopatía isquémica aguda. Hay
medicamentos que pudieran tener indicación en la parada pero no
están disponibles en primaria y otras veces la más que
discutible utilidad no compensa las dificultades de su manejo en
nuestro medio.
Soy de la opinión que en primaria la PCR de causa cardiaca
si no es solucionable eléctricamente, malo; los fármacos, salvo
la adrenalina y poco más, no mejoran en absoluto el pronóstico y
complican la reanimación. Claro está que hay paradas de
diferente naturaleza y, algunas de ellas, con opciones farmacológicas
específicas de incuestionable utilidad, por lo que hay que hablar
de ellas con carácter también específico. Pero creo que, para
no liarla, el enfoque en primaria debe ser restrictivo y hablar sólo
de las fármacos accesibles y de utilidad totalmente contrastada
que, realmente, son muy pocos.
Respecto a la utilidad o no de los fármacos y las técnicas,
hay una clasificación de utilidades, ver cuadro, según la
evidencia científica y que periódicamente es revisada para
mantenerla al día. De forma poco consciente creo que tendemos a
pensar, o más bien sentir, que nuestras acciones en forma de fármacos
o técnicas sólo pueden tener dos resultados; mejoría o no
efecto. Pues bien, esta clasificación nos recuerda que no es así
e incluso podemos comprobar que algunas acciones que nosotros
creemos útiles, o algunas creencias que estudiábamos como útiles
en literatura no tan vieja son claramente perjudiciales. Por
tanto, en lo que a los fármacos se refiere lo más prudente es
tender a pecar por omisión, lo que no nos suena probablemente no
vale.
Escala
de graduación de medidas terapéuticas en RCP propuesta
por la AHA |
- Clase I : Eficacia probada. No peligrosa. Indicada.
- Clase II : Eficacia y seguridad inciertas.
Aceptable.
- Clase IIa : Probable eficacia.
- Clase IIb : Posible eficacia.
- Clase III : Ineficaz, puede ser nociva. No indicada.
|
1.-
Adrenalina.
Es con el oxígeno la reina indiscutible del botiquín de
la RCP. Hasta casi la podríamos dejar como único fármaco en
atención primaria pues, salvo los fármacos de las paradas
especiales, los otros poco van a cambiar el pronóstico de manera
que si con adrenalina y todo lo demás la parada no va, la
probabilidad de que lo haga con otros fármacos es prácticamente
nula.
Al parecer, la utilidad de la adrenalina no es tanto por
sus efectos estimulantes sobre el corazón como sobre los vasos de
resistencia, de forma que mantiene la presión diastólica y
mejora la perfusión miocárdica y cerebral, aumentando la
probabilidad de recuperar un ritmo con pulso en un paciente que
mantiene un cerebro viable. Bueno, en la literatura hay amplia
información sobre todo esto.
Las indicaciones son las que figuran en los algoritmos y
como vemos en ellos es el primer fármaco que siempre acaba
estando indicado, si la reanimación no consigue éxito antes, y
con independencia del ritmo de parada. Las ampollas son de ml con
una dilución 1:1000. Administramos una ampolla cada 2 ó 3
minutos o cada 10 ciclos de ventilación y masaje, hasta que se
recupera pulso o se suspende la reanimación. Como no resulta fácil
contar los minutos, y tanto da segundos arriba que abajo, se puede
decir que la inyectamos cada dos por tres, lo que en la práctica
se traduce que una persona tiene que estar cargando e inyectando
continuamente y casi en exclusiva.
Primaria plantea una situación especial en el sentido que
los algoritmos suponen que se conoce el ritmo de la parada antes
de administrar drogas, pero sabemos que todavía hay centros que
no tienen desfibrilador; cierto que el electrocardiógrafo puede
ser una ayuda, sólo diagnóstica, claro, aunque tampoco estará
disponible siempre. En todo caso, si atendemos una parada sin
monitorización la administración o no de adrenalina y cuando, es
algo que no está definido y lo tendremos que definir nosotros
sobre la marcha; creo que en tal situación y con una PCR
correctamente diagnosticada lo más razonable es administrar la
adrenalina siempre inmediatamente después de poner en marcha los
primeros ciclos de la básica, repitiendo la administración con
el mismo ritmo, una ampolla cada tres minutos aproximadamente,
hasta que la reanimación tenga éxito o se suspenda por fracaso
tras cumplir los tiempos recomendados que, recordad, en estas
reanimaciones son menores o recibamos ayuda externa.
Se han probado otros simpaticomiméticos, noradrenalina,
dopamina..., en el tratamiento de la PCR en un intento de
sustituir a la adrenalina. Ninguno de ellos ha demostrado más
ventajas y si más problemas, lo que no quiere decir que no tengan
su sitio para tratar estados de preparada o postparada pero sin
indicación hoy por hoy, según mi criterio, en primaria; saber
que existen, quien desee más puede consultar la literatura, que
el saber no ocupa lugar aunque sí neuronas.
2.-
Atropina.
Puede considerarse el segundo fármaco en indicaciones
generales, pese a ser más limitadas cada vez.
Su utilidad está en relación con su actividad vagolítica
sobre el corazón, lo que trae como resultado un aumento del
automatismo del nódulo sinusal, de la frecuencia sinusal, y de la
conducción del impulso a nivel del nodo AV, de la respuesta
ventricular. No tiene otras acciones conocidas de interés, ni
sobre el corazón ni sobre la vasculatura.
La atropina está indicada en la parada en asistolia que no
responde y algunos casos de actividad eléctrica sin pulso, aunque
no parece mejorar la supervivencia. Otras indicaciones son la
bradicardia sinusal sintomática, se entiende que el enfermo no
está parado, y en los bloqueos AV con QRS estrecho y síntomas, lógicamente
la parada sería el síntoma de mayor gravedad. Por tanto no está
indicado en la TVSP, en la FV, en la mayoría de los casos de DEM
ni en los bloqueos AV con QRS ancho aunque sean sintomáticos
pues, en esos casos, el lugar del bloqueo suele ser infranodal, más
allá del lugar de acción de la atropina que, de hecho, si tiene
algún efecto será negativo.
Disponemos de atropina en ampollas de 1ml con 1 mg. En el
caso de bradicardia sinusal o bloqueo AV sintomáticos pero sin
parada se recomienda administrar 0,5-1 mg (media o una ampolla)
cada 3-5 minutos hasta conseguir respuesta o llegar a la dosis de
3 mg, pues ésta se considera que causa un bloqueo vagal total y
aumentos subsiguientes no consiguen más efectos. En caso de
parada, sea en asistolia o en DEM, la dosis será la vagolítica
total en una sola inyección; los tres mg.
3.-
Bicarbonato.
Lo que pasó con las indicaciones del bicarbonato nos da
perspectiva histórica de cómo cambian las cosas y en que tan
poco tiempo, de manera que de ser hace bien pocos años un
producto casi imprescindible en RCP pasó a tener ahora unas pocas
indicaciones y algunas incluso de dudosa rentabilidad.
La justificación clásica de su empleo era combatir la
acidosis metabólica de la parada y los efectos adversos que de
ella derivan. Aunque la indicación puede aparecer clara, sobre
todo en paradas prolongadas, lo cierto es que la investigación no
ha confirmado tales beneficios, si no más bien incluso lo
contrario. En las paradas prolongadas refractarias y con el
enfermo intubado se acepta su uso, por si acaso. Hay otra situación
donde la utilidad es mayor : la intoxicación grave con tricíclicos
y QRS ensanchado, más de 0,12 sg. Finalmente, la situación clínica
donde la rentabilidad del bicarbonato está absolutamente
contrastada es la hiperpotasemia, esté el enfermo en parada o no.
Puede parecer improcedente hablar de esto, pues nos hace pensar en
algo que no tenemos en primaria, un laboratorio; bueno, caso de
atender a un enfermo parado, si el ritmo es de DEM, aún más, con
bradicardia sintomática y nos dice o dicen que está en diálisis
o le vemos una fístula AV en el brazo, debemos asumir que la
causa de todo es una hiperpotasemia mientras no se demuestre lo
contrario y debemos tratarla, pues tan cierto como que la
hiperpotasemia mata lo es que se “cura” con el tratamiento
oportuno y frecuentemente de forma tan espectacular que puede
recordar la respuesta de la sobredosis por opiáceos a la naloxona.
Como el asunto me parece importante y el bicarbonato no es la única
opción terapéutica y debe usarse combinado con otras sustancias,
creo apropiado dedicarle a la hiperpotasemia un espacio en el capítulo
de paradas especiales.
El bicarbonato que vamos a usar es una solución 1 molar, o
sea, 1 ml contiene 1 mEk. Lo administramos en un bolo inicial de 1
mEk/Kg. Si persiste la PCR, no se estrecha el QRS en caso de
intoxicación por tricíclicos o no hay respuesta clínica y
electrocardiográfica en la sospecha de hiperpotasemia, las dosis
sucesivas serán la mitad, 0,5 mEk/Kg, pero la periodicidad no está
establecida.
Una cosa importante, el bicarbonato no puede administrase
por la misma vía que las catecolaminas, porque las inactiva. Se
puede inyectar adrenalina después de pasar el bicarbonato pero
con previo lavado de la vía con un generoso chorro de suero.
4.-
Calcio.
Con el calcio sucedió algo parecido que con el
bicarbonato, pasó de estar indicado siempre a estarlo casi nunca.
En primaria creo que tiene dos indicaciones. La primera es la
intoxicación grave debida a antagonistas del calcio, siendo
entonces bastante eficaz para revertir las arritmias por
alteraciones de la conducción pero mucho menos para elevar la
tensión arterial. La segunda indicación es la parada o la
bradicardia sintomática en paciente con probable hiperpotasemia,
donde los efectos son tan espectaculares como con el bicarbonato
aunque el mecanismo de acción es diferente.
Tenemos
calcio bien en forma de cloruro o de gluconato al 10% en ampollas
de 10 ml. Si usamos cloruro cálcico inyectamos 5 a 10 ml en bolo
y si usamos gluconato triplicamos la dosis; en ambos casos se podrá
repetir a los 10 minutos aproximadamente si la respuesta es
insuficiente. Si con la segunda dosis no hay respuesta lo más
probable es que nuevas dosis tampoco la consigan.
5.-
Lidocaína.
Es un fármaco que estabiliza eléctricamente las células
del miocardio ventricular. Pese a su utilidad teórica, su
importancia en la RCP es de segundo orden. La administramos en
caso de FV o TVSP que no responden a dos ciclos de tres
desfibrilaciones aunque hay quien dice cuatro ciclos. En fin, la
verdad es que cuando el enfermo no va con los primeros chispazos
difícilmente irá con los últimos, con o sin lidocaína.
La administramos en bolos de 0,5-1 mg/Kg cada 5-10 minutos
hasta alcanzar una dosis total de 3 mg/kg. Si el paciente recupera
el pulso está indicada una perfusión continua con un ritmo de
1-4 mg/min. El ritmo mayor o menor tiene que ver con el estado
hemodinámico, la función hepática y la edad.
Personalmente creo que en las actuales circunstancias las
perfusiones pueden ser más un problema que una ayuda y la decisión
al respecto debe ser individualizada. Por otra parte la perfusión
no es garantía de nada y el enfermo debe seguir monitorizado y
nosotros atentos para, en caso de recurrir la arritmia, aplicar
con presteza el tratamiento verdaderamente eficaz, la desfibrilación.
Hay otros antiarrítmicos con la misma indicación, unos
camino del desuso como el bretilio, otros de un mayor uso como la
amiodarona o el sulfato de magnesio y otros de reserva para cuando
falla todo lo demás, caso de la procainamida.
Creo importante insistir en el siguiente hecho : el enfermo
parado en FV o TPSV que pese a un manejo correcto persiste en ese
estado, y, siguiendo los algoritmos hay que administrarle drogas,
tiene pronóstico infausto, se le atienda donde se le atienda. Me
parece por ello improcedente en el ámbito de atención primaria
pretender dominar usos y costumbres de todos esos fármacos, por
su dudosa utilidad y porque el liarnos con ellos nos impedirá
hacer otras cosas probablemente más útiles. En fin, quien tenga
interés, ganas y equipo, pues muy bien, cuanto más se sepa,
mejor, pero si no...
6.-
Sulfato de magnesio.
Es un fármaco que se ha convertido de primera elección
para el tratamiento de la taquicardia ventricular polimorfa o
torsade de pointes, si tiene pulso, claro. También está cobrando
cada vez mayor relevancia para tratar la FV y TPVS resistente a
los primeros chispazos, sobre todo en el contexto del infarto
agudo de miocardio. Otra utilidad, todavía no bien definida, es
como droga de segunda línea en el ataque grave de asma rebelde al
tratamiento convencional.
La dosis recomendada es de 1 a 2 g intravenosos diluidos en
100 ml de glucosado a pasar en 1 ó 2 minutos. La dosis se puede
repetir entre 5 y 10 minutos más tarde si la primera no ha sido
eficaz.
7.-
Naloxona.
Es un fármaco que suelen usar más los médicos de
primaria que los de especializada, salvo los de urgencias. Como
todos sabemos es un antagonista específico de los opiáceos y se
usa vía parenteral para tratar sobredosis e intoxicaciones
debidas a ellos.
Es conveniente recordar que en la intoxicación por opiáceos
la parada respiratoria precede a la cardiaca y que la acción
depresora del opiáceo sobre el SNC le protege parcialmente de los
efectos deletéreos de la hipoxia. Quiere esto decir que si el
enfermo está en coma y parada respiratoria y no cogemos vía
periférica rápido, la naloxona se puede inyectar intramuscular
dada su estupenda absorción por esa vía; además, dado los
efectos neuroprotectores de los opiáceos la RCP debe mantenerse
durante más tiempo.
La dosis es de 0,4 mg (1 ampolla) cada 2 ó 3 minutos hasta
conseguir respuesta, mientras eso no sucede damos soporte
respiratorio. La dosis total es de 2 mg, 5 ampollas. Si el enfermo
está en parada respiratoria se puede administrar la dosis total
de entrada, aunque suelen responder con menos cantidad de naloxona
salvo en caso de sobredosis por opiáceos atípico. Si también
hay parada cardiaca la dosis inicial serán las 5 ampollas aunque
si el ritmo cardíaco inicial es de asistolia el pronóstico es
infausto.
Es conveniente recordar que ocasionalmente podremos atender
a paciente no ADVP con intoxicación por opiáceos; suelen sufrir
procesos dolorosos crónicos, con frecuencia neoplásicos, la
intoxicación suele tener fin autolítico y el opiáceo ser un
preparado oral.
8.-
Flumazenil.
Es un antagonista de las benzodiazepinas y está indicado
en las intoxicaciones graves, con depresión del nivel de
conciencia y de la respiración. Este fármaco puede evitar la
necesidad de tener que intubar al enfermo con el fin de asegurar y
proteger la vía áerea y la ventilación.
Inyectamos vía intravenosa 0,3 ml en bolo lento; si no se
consigue despertar al enfermo, la dosis puede repetirse al cabo de
2 ó 3 minutos hasta alcanzar una dosis máxima de 2 mg.
Hay un pero, las intoxicaciones por benzodiazepinas pueden
tener un fin suicida o recreacional y suele, en ambos casos, haber
más de una sustancia implicada que, en el primer caso es con
frecuencia un antidepresivo tricíclico y en el segundo cocaína.
Ambos productos favorecen la aparición de convulsiones que la
acción anticonvulsionante de las benzodiazepinas mantiene bajo
control. Si anulamos tal efecto con flumazenil, podemos
desencadenar un estado convulsivo que es tremendamente difícil de
controlar y con elevada mortalidad en el caso de cocaína, de
manera que basta la sospecha de que el paciente también consumió
cocaína para contraindicar el uso de flumazenilo.
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