Choque y
politraumatismo
Cuando
en los manuales y protocolos sobre manejo del trauma grave se tratan las
posibles etiologías del choque
circulatorio inicial, tras hablar de las habituales, citan
finalmente el choque séptico como una de ellas; nunca se cita, en cambio,
el choque anafiláctico. Pero, ¿es correcto?. A continuación se exponen
una serie de consideraciones que, teóricamente al menos, pretenden hacer
repensar la cuestión.
¿CHOQUE
SÉPTICO?
Es sabido que la infección es causa fundamental en la mortalidad tardía
de los pacientes politraumatizados; en las unidades de críticos, no en
urgencias, salvo que se trate de un traslado secundario o el paciente haya
estado dos días en una cuneta sin ser visto. Pero el politraumatizado
normal, que es traído a urgencias en estado de choque circulatorio
minutos después de sufrir el accidente -o una hora o dos-, ¿por qué
mecanismo puede sufrir un choque séptico?. No parece razonable creer que
sea por infección de las heridas, neumonía aspirativa o perforación de
víscera hueca, aunque sea el colon izquierdo. No parece razonable porque
el tiempo necesario para que tales infecciones se desarrollen y, más aún,
causen choque séptico excede en mucho el que tarda el enfermo en arribar
a urgencias e incluso en ingresar en la unidad de críticos pertinente.
Pese a todo, este mecanismo es el apuntado por la literatura.
Quizás haya otras posibilidades patogenéticas distintas. Señalamos
dos. La más fácil sería que un paciente ya en estado de choque séptico
sufra un accidente durante su traslado; realmente el accidente y el
traumatismo serían epifenómenos, pero no causa del choque séptico. Este
mecanismo, aunque pueda ser de perogrullo, me parece el más razonable
para explicar la coexistencia en un enfermo de politraumatismo y choque séptico.
Otra posibilidad:
el paciente tiene un absceso silente que, a consecuencia del
traumatismo, se rompe y sufre diseminación causando choque séptico;
especialmente si rompe hacia un espacio vascular o afecta a una persona
con algún tipo de inmunosupresión, aunque, la verdad, me parece que
cuando recurrimos a explicaciones semejantes estamos rizando el rizo.
Es de pensar que si la infección sigue apareciendo en la literatura como
una de las causas de choque en el politraumatizado, es más porque alguien
con autoridad lo dijo en su momento -y desde entonces se repite-, que por
la experiencia personal de cada cual y la reflexión al respecto, amén de
la revisión de la literatura oportuna; que yo tampoco he hecho.
¿CHOQUE
ANAFILÁCTICO?
Ni se cita en lo manuales. Sin embargo hay varios mecanismos posibles. Uno
es tan lógico y de cajón, que siempre se debiera tener en cuenta cuando
se atiende a un politraumatizado chocado, sin causa aparente y que ha sido
atendido médicamente antes de llegar al hospital, bien por personal de
primaria o de un sistema de emergencias extrahospitalario. La razón es
clara: los analgésicos son la medicaciones más usadas durante la atención
inicial y, tanto los AINE como algunos opiáceos, pueden desencadenar
reacciones anafilácticas o anafilactoides que causan choque. Por tanto,
cuando las causas habituales se descartan y hay una atención médica
previa, debemos pensar en la posibilidad de choque anafiláctico, buscar
la semiología que le es propia y, si la hallamos, aplicar el tratamiento
específico.
Hay otros mecanismos posibles, aunque anecdóticos y de rizo; pero ya
puestos... Uno afectaría al paciente portador de un quiste hidatídico,
conocido o no, que se le rompe a causa del traumatismo y causa choque
anafiláctico; raro, pero posible. Otra situación, quizás más factible,
sería la del paciente alérgico al veneno de himenópteros que sufre una
picadura de avispa o abeja mientras conduce e, intentando matar el bicho,
se accidenta, a la par que desarrolla en los minutos siguientes un cuadro
de anafilaxia grave con alteración del nivel de conciencia por lo que él
no puede contarnos -y nosotros saber- lo sucedido hasta que despierta; si
lo hace.
El interés del diagnóstico de choque anafiláctico sólo sería académico
si no hubiera un recurso terapéutico tan específico y eficaz como la
adrenalina, cuya inyección, cambia drásticamente el pronóstico del
enfermo. Como, por otra parte, en las demás formas de choque sólo la
usaremos cuando el enfermo más que chocado esté parado, cobra aún mayor
sentido la necesidad del diagnóstico correcto. De manera que, acertando
en el diagnóstico, podremos acertar en la terapéutica que es lo que
importa, en definitiva, al enfermo y a nosotros; o debiera.
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